Pero es vital en estas vidas recordar que has de amarte sobre todo a ti para poder amar a los demas y encontrar el verdadero ser que comparte contigo ese acuerdo ."Cuando encuentres el amor verdadero dentro de ti, otros te encontraran; y ese amor que no puede verse se reflejará en tus ojos; y ese amor que no puede oírse retumbará en tu voz" Todos hacemos un convenio sagrado de encontrarnos y cada encuentro es un milagro; cada uno de nosotros acepta un compromiso de encontrarse. Cada uno de nosotros experimenta la llegada de ese encuentro sagrado de diferentes maneras y esa experiencia también hace parte del trayecto. Por un lado, el miedo que sentimos a vivir la realización de ese convenio, confronta dolorosamente nuestra necesidad de cambiar y evadimos esa necesidad respaldados en excusas, disculpas o pretextos; a pesar de esa habilidad para evadirse los convenios sagrados nunca se rompen, pero si se aplazan. Muchas de las almas gemelas que hicieron el convenio de encontrarse en esta Tierra, no se encuentran y la razón principal de que esto no suceda es que: El convenio sagrado de encontrarse se realiza en un estado santo en donde no existe el tiempo ni el dolor; siendo conscientes de que los convenios sagrados son inmortales y lo hacen en un estado de consciencia en que el dolor no es posible. Sin embargo, cuando las almas gemelas llegan a lugares distintos en esta Tierra, la primera variable con la cual no cuentan es que en esta Tierra el tiempo si existe y la separación que viven a través del tiempo y del espacio, produce una confusión que deriva en vacío y soledad; ese vacío y esa soledad produce un dolor interior que para muchos seres resulta imposible soportar,
Con cada persona que forma parte de nuestra vida establecemos un acuerdo de almas. Esto significa que mucho tiempo atrás, en el reino de las almas, prometimos tener un encuentro especial, compartir la vida, modelar la experiencia, completar otra alma, al unirnos con ella en esta vida terrenal. Los acuerdos entre las almas son compromisos para el crecimiento del alma en conjunción con otra. De esta manera, emprendemos el viaje hacia un estado de conciencia y apertura total que los místicos denominan "iluminación".
Estos compromisos son el motivo por el cual, en ocaciones, sentimos una extraña conexión con otra persona; otras veces no entendemos que alguien con carácter difícil forme parte de nuestra vida, o nos preguntamos simplemente por qué recorremos la vida junto a alguien, como si existiera un acuerdo tácito que a su vez puede terminarse abruptamente.
Como miembros de esta comunidad de almas reunidas en la vida sobre la Tierra, hemos acordado no sólo recordar a los demás sobre el estado puro original, sino también realizar todo lo posible dentro de la existencia humana, infinitamente cambiante, con el fin de asegurar el
crecimiento de nuestra propia alma y la de los demás.
Algunas personas vienen al mundo para ser bellas y fuertes, otras para ser complicadas o raras ; algunas para morir jóvenes y enseñarnos a través de la desolación de tan terrible pérdida; otras, para vivir muchos años e instruírnos mediante su sabiduría.
Sin embargo, no importa cual sea nuestro rol: todos formamos parte de este gran destino espiritual que principalmente consiste en recordar nuestra esencia eterna y dirigir nuestros actos hacia la unión final. Es así que cada persona que conocemos, en situaciones buenas o terribles, breves o duraderas y cada relación de la que formamos parte representan una pequeña escena en el eterno conjunto humano, cuyo fin es el desarrollo del alma.
Al advertir esto, uno podrá asombrarse y comprender que cada persona presente en nuestra vida tiene un importante propósito: el de entrar en contacto con nuestra alma y hacerla crecer; que cada relación existe para agudizar la conciencia de nuestra alma.
Así, ya nadie nos resulta extraño, ninguna relación puede verse como un error o un fracaso. A la luz del espíritu, comprendemos que estamos cumpliendo nuestro rol, en miras a la realización, de un plan perfecto y eterno.
Como miembros de esta comunidad de almas reunidas en la vida sobre la Tierra, hemos acordado no sólo recordar a los demás sobre el estado puro original, sino también realizar todo lo posible dentro de la existencia humana, infinitamente cambiante, con el fin de asegurar el
crecimiento de nuestra propia alma y la de los demás.
Algunas personas vienen al mundo para ser bellas y fuertes, otras para ser complicadas o raras ; algunas para morir jóvenes y enseñarnos a través de la desolación de tan terrible pérdida; otras, para vivir muchos años e instruírnos mediante su sabiduría.
Sin embargo, no importa cual sea nuestro rol: todos formamos parte de este gran destino espiritual que principalmente consiste en recordar nuestra esencia eterna y dirigir nuestros actos hacia la unión final. Es así que cada persona que conocemos, en situaciones buenas o terribles, breves o duraderas y cada relación de la que formamos parte representan una pequeña escena en el eterno conjunto humano, cuyo fin es el desarrollo del alma.
Al advertir esto, uno podrá asombrarse y comprender que cada persona presente en nuestra vida tiene un importante propósito: el de entrar en contacto con nuestra alma y hacerla crecer; que cada relación existe para agudizar la conciencia de nuestra alma.
Así, ya nadie nos resulta extraño, ninguna relación puede verse como un error o un fracaso. A la luz del espíritu, comprendemos que estamos cumpliendo nuestro rol, en miras a la realización, de un plan perfecto y eterno.
bonitas palabras y explicación.
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